viernes, 27 de septiembre de 2013

¿que hacer para ganarte a ti mismo?

Todo el mundo tiene conocidos, amigos y enemigos. Compañeros de clase, y enemigos. Pero nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Somos capaces en ocasiones de analizar a la gente, de observarla y pensar de que modo poder hacerla daño, al igual que los cirujanos abren en canal su esternón, nosotros hacemos lo mismo, solo por una pequeña diferencia, en nuestro caso... queremos que muera.
Tenemos la capacidad de odiar, y hacemos todo lo posible para que ese sentimiento, la mayoría de veces enlazado a otros muchos, se esfume; la pega es que nos da igual de que modo conseguirlo.

Todos tenemos casi el mismo mecanismo de defensa: "No me conoces" , "soy diferente" , "no soy como tú"
... pero todos hacemos lo mismo, nos intentamos aislar de alguien que hace lo mismo que nosotros, para encontrarnos que somos nosotros mismo los que no sabemos nada, estamos unido mediante huesos, sangre y tejidos a algo que no conocemos, y que por muy divertido, sensato, cariño o cualquier rasgo que parezca a simple vista, no nos damos cuenta que ese, nuestro propio yo es nuestro mayor depredador. Se alimenta de nuestro odio, de la tristeza, del dolor e incluso de nuestros mejores recuerdos, y nos consigue poner contra ellos. Nos hace sentir cosas que no sentimos, nos reprime y nos mueve los hilos a su antojo; somos presas de nosotros mismo, y eso es algo de lo que no puedes huir.

Nadie puede escapar de sus garras, ni siquiera puedes intentarlo, pues conseguirá engañarte, siempre lo hace. Acabas siendo presa del pánico a no saber que puerta deberás abrir o que lugar es lo bastante seguro como para que no maneje tus sentimientos. Por desgracia, en esta partida tú eres el rey y ella, nuestra mente, es la reina.
Parece el asesino el crimen perfecto, un asesino limpio y sin huella, pero siempre hay una manera.
Si quieres cortar los hilos que te unen al ventrílocuo, engañate y lograrás confundir a tu mente, solo así tu podrás ser libre de sus crudas decisiones y seras capaz de reír o llorar sin tener que sufrir sus efectos, entonces tú y solo tú habrás ganado la partida.